La Marea 85 – NOVIEMBRE / DICIEMBRE 2021

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Pues estamos, de nuevo, a las puertas de una COP. Vamos por la 26. Y, de nuevo, veremos a las empresas que más CO2 emiten presumiendo de planes y compromiso contra el cambio climático. Ya no hay periódicos que no lleven la crisis climática incluso en sus portadas. Ya no hay nadie, apenas ninguna compañía, que ponga en cuestión el calentamiento global. Los negacionistas, por así decirlo, y salvo histriónicas excepciones, son historia.

Sin embargo, eso no quiere decir que todos estemos remando con la misma fuerza ni en la misma dirección para afrontar el mayor desafío global de los últimos tiempos. Muchas de esas empresas que alardean de sostenibilidad –otro concepto manoseado– no reman lo suficiente. Y no lo hacen por una razón: porque saben que adoptar medidas efectivas repercute en sus beneficios económicos; porque saben que retrasar determinadas acciones –en ocasiones esperando el presunto milagro de la tecnología– les hará ganar tiempo. Cuando tiempo es, paradójicamente, lo que menos tenemos para llegar a buen puerto con el barco –el planeta– más o menos habitable. 

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A esas compañías, a esas instituciones y gobiernos que siguen sin actuar para paliar la crisis climática para evitar costes económicos o electorales, son a los que llamamos retardistas. Y suponen, como sostienen diferentes especialistas en el dossier de LaMarea85, una amenaza incluso peor que los clásicos negacionistas. Básicamente por otra razón: porque no se les ve venir, porque es más difícil detectar sus reticencias o argucias dilatorias tras sus anuncios rimbombantes de reducción de emisiones de efecto invernadero.

Tienen estrategias y discursos. Y en esta revista ponemos ejemplos de ellos. ¿Recuerdan qué hicieron las eléctricas tras el anuncio del Gobierno de retirarle los denominados beneficios caídos del cielo? Lean el dossier. “Si cualquiera de los dos [negacionistas o climate delayers] se sale con la suya, estamos jodidos”, escribió en sus redes ya en 2019 Alexandria Ocasio-Cortez. Desarmar a los retardistas será clave en esta década crucial de acción climática. Desde aquí no queremos esperar más para ponerlos en portada, esta vez ilustrada por Atxe.

Además, en este número, David Bollero nos adentra en la guerra silenciada entre el Sáhara Occidental y Marruecos; Azahara Palomeque nos acerca la epidemia de los opiáceos en EEUU; y los coordinadores del proyecto Aflam Cimena de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe analizan las series que ve la población árabe en España. También viajamos hasta los paraísos fiscales: Thilo Schäfer nos cuenta qué ha pasado entre los papeles de Panamá y los recientes papeles de Pandora.

Aquí, en España, Sandra Vicente recoge casos de sentencias basadas únicamente en testimonios policiales. Pablo Batalla, por su parte, narra los retos de Asturias ante la crisis habitacional; y, con motivo del procesamiento de Martín Villa, publicamos un extracto del libro de Olivia Carballar sobre cómo viven hoy las familias de la matanza de Vitoria.

Como en cada revista, contamos con una nueva edición de El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea. Coordinado por José Ovejero y Laura Casielles, este número se centra en la vuelta a la tradición desde la cultura. Con recomendaciones, como siempre, de libros, series, películas y otras propuestas interesantes.

No te pierdas, tampoco, la entrevista que Manuel Ligero le hace a Carlos Bardem sobre su último libro. Entre las columnas, las firmas de Antonio Maestre, Patricia Simón y Manuel Jabois, que se incorpora a este número; y el imprescindible Incordio de Ana Carrasco-Conde. Ah, y la lupa de Eva Belmonte sobre el BOE.

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